El maíz que vemos en nuestra caca es en realidad solo la capa exterior del grano, según señala Andrea K. Watson, nutricionista de rumiantes en la Universidad de Nebraska-Lincoln.
Los granos de este cereal son semillas que contienen material genético valioso. El secreto de la supervivencia de la semilla está en el revestimiento exterior ceroso y amarillo que protege el material genético del clima, las plagas y el transporte. El hecho de ser difícil de descomponer es una condición ideal para la planta. La resistencia de ese revestimiento exterior se debe a una fuerte fibra llamada celulosa, para la cual los humanos no poseen las enzimas ni las bacterias intestinales adecuadas para digerir.
Incluso animales como los rumiantes (antílopes, ovejas, vacas y semejantes), que están mucho mejor equipados para asimilar la celulosa, no siempre son capaces de digerir completamente los granos de maíz, explicó Watson.